El lado oscuro de Teresa
Teresa creció en un entorno marcado por la dureza emocional y las expectativas de su madre, que siempre la presionó a seguir reglas estrictas y a cumplir con normas tradicionales. Su madre, dominante y autoritaria, le transmitió una sensación de culpa y responsabilidad, que se reflejaba en la forma en que Teresa se veía a sí misma. No solo luchaba por encontrar su identidad, sino que también cargaba con una sensación de inadecuación, un sentimiento de que nunca estaba a la altura de las expectativas de los demás.
Esto la llevó a buscar algo fuera de su hogar que pudiera ofrecerle seguridad emocional y aceptación, algo que encontró en Tomás. Sin embargo, lo que Teresa no anticipaba era que, al entregarse completamente a él, ella estaría sumida en un amor condicionado por la falta de reciprocidad en términos de compromiso emocional.
La ocupación soviética y la represión política de la Checoslovaquia de 1968 también influyen profundamente en la emocionalidad de Teresa. Aunque ella no es una activista política, la violencia, el miedo y la censura se infiltran en su vida, añadiendo más presión a su ya tensa existencia. Teresa, como muchos otros en ese contexto, se siente desposeída de control sobre su destino. La idea de estar atrapada no solo en una relación personal que le resulta insatisfactoria, sino también en un régimen opresivo, aumenta su sentimiento de impotencia y aislamiento. Las imágenes de la invasión, a través de su cámara, la confrontan con la fragilidad de la libertad y la imposibilidad de escapar del peso de la historia.

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